Saturday, 23 July 2011

Srinagar, Kashmir

Srinagar… oh, Srinagar. We came to this Muslim stronghold of India, but ironically learnt a lesson about karma. We had the opportunity to skip Kashmir altogether, but because Caleb said it would be important in the future to be able to brag to other people about going to this “terrorist-infected” region, we took a twenty-hour bus-ride through the mountains from Leh to Srinagar. Of course, when we arrived and left the area populated by Punjabi tourists with big bellies and designer sun-glasses (all of whom would try to get me to talk to them), we discovered old Srinagar and some of the kindest, gentlest people we have met so far in India. Perhaps, the fact that we thought we were being so badass in coming to this region, which is in fact populated by wonderful people who have a legitimate claim to their autonomy, is why Caleb got his third intestinal infection in two months; for three days Caleb quivered with a fever begging me not to make him take another cold shower, and complaining with heavy tears in his heart about the viscosity or lack thereof of his poo. It may be also be karma, that I discovered Kashmiri men, and no longer look at Caleb with the same passion. [This section written by Caleb.]



El caso es que como en Kashmir hay tantos problemas políticos, muy poquitos turistas "blancos" van allá, y por eso la infrastructura de la ciudad está enfoacada a turistas indios, especialmente de Punjab. Eso se traduce en: no pizza, sólo comida india, toda muy rica, pero muy picante; no trago porque es una ciudad musulmana; gente en absolutamente todos los rincones; y muchos, muchos, muuuuchos hombres en la calle tratando de venderle cosas a uno. En conclusión, después de cinco horas nos queríamos ir; ya estábamos mamados de decir "no gracias, no queremos paseo en shikara (canoa)", "no. gracias no queremos pashminas", "no, gracias, ya tenemos hotel", "¡Nooooo!".
         Pero Srinagar tiene un gran atractivo: los botes que uno puede alquilar como hotel. Son hermosos y son de gran tradición en Srinagar porque cuando los ingleses vendieron Kashmir, no tenían derecho a comprar tierra en la ciudad y entonces volvieron sus botes casas para poder vivir allí. Ahora las alquilan a turistas y por supuesto es una gran opción para alejarse de la locura punjabi. Pero a Caleb y a mí nos alcanzaba el presupuesto para un botesito a punta de naufragar, además preferíamos estar en la ciudad para experimentar el ambiente político.

Así que nos quedamos en nuestro hotelito que tenía vista al lago, al menos para ver los botes desde la distancia.
         El primer día nos fuimos a la zona comercial de la ciudad a buscar un restaurante tradicional kashimiri porque nos habían dicho en Ladakh que los kashimiris comían mucha carne. Y ya era hora de comer carnita, después de casi un mes vegetariano. Aunque fuera carne de oveja. Mientras caminábamos hacia allá nos dimos cuenta de que todas las tiendas estaban cerradas y asumimos que era un festivo religioso. El restaurante, afortunadamente, estaba abierto, y pudimos comernos unas albóndigas de oveja con Malawi Kufta (¡una cosa especitacular! son como unas bolitas de queso en una salsa de mantequilla y tomate con pistachos rallados encima). Cuando llegamos al hotel, el calendario afirmó nuestras sospechas: era el día de los mártires.
         Por la noche salimos a caminar por barrios menos turísticos y nos enamoramos de Srinagar. La arquitectura es muy europea, pero está vieja y apropiada por kashimiris que le ponen un toque indio/musulmán. Me recordó mucho a La Habana. En una pequeña tiendita paramos a comprar agua y el periódico y oh desgracia. En efecto era el día de los mártires, pero no mártires religiosos como habíamos pensado, sino mártires políticos y tanto el gobierno como la oposición habían organizado marchas y manifestaciones en la ciudad vieja. Nuestra oportunidad de vivir el conflicto político de Kashmir en carne y hueso se había desvanecido en una albóndiga de oveja.


 Resulta que el 13 de julio de 1931, afuera de la prisión central, unos manifestantes musulmanes se sublevaron porque ese día sentenciaban a uno de sus líderes. Ellos se oponían al régimen totalitario y déspota de la dinastía Dogra, la familia a la que los ingleses le "vendieron" Kashmir. Una dinastía hindú, que discriminaba a los musulmanes, incluso cuando éstos constituían el 80% de la población. El problema actual, sin embargo, es que el gobierno--que es musulmán--dice que los mártires del 13 de julio peleaban por derrocar a los Dogra y por establecer un régimen democrático en Kashmir; mientras que la oposición dice que la causa por la cuál los mártires del 13 de julio fueron asesinados todavía está incompleta, porque aunque Kashmir goza de un sistema democrático, no es todavía un estado independiente y continúa siendo un territorio disputado por India y Pakistán. Por eso este festivo es tan importante y tan valioso para mabas fuerzas políticas en Kashmir, tanto para los unionistas como para los separatista. Pero Cañeb y yo andábamos ocupados comiendo Malawi Kufta.
         Al otro día, muy resignados, decidimos ir a la ciudad vieja para visitar las tumbas de los mártires, la mezquita y la "tumba de Jesús". Resulta que según algunas tradiciones musulmanes, Jesús no fue asesinado en la cruz sino que después de crucificado los judíos lo bajaron de la cruz todavía vivo. Y después de eso Jesús se vino para el norte de la India, en donde murió. Acá en Srinagar está la tumba e incluso hay un ataúd. No pude tomar fotos porque está prohibido, pero muy interesante.
         La ciudad vieja fue maravillosa. Los musulmanes kashimiris son un amor y nos trataron muy muy bien. Cuando nos perdíamos con mucho gusto caminaban con nosotros hacía nuestro destino y nunca con la intención de vendernos algo. Además nos invitaban a pasar a las mezquitas y a tomar fotos si queríamos. El mejor día en Srinagar sin dudas, porque después Caleb se enfermó y tuvo fiebre dos días seguidos.
Las tumbas de los martires con las flores que los manifestantes les llevaron el dia anterior
En los alrededores de la mezquita.

   

My First Sari

Determined to get a sari. As if I knew how sari-shopping worked...
O.K... A little bit overwhelming
But there I was negotiating.
Great! now, would you teach me how to wrap it?


Voila!

PS. All the blogs that said that female travelers in India should wear the local clothes to get less attention are lying! I have not got as much attention here in India as I got the day I wore my sari. However, it was a different kind of attention. All the men and women seemed very proud of me. 

Thursday, 14 July 2011

A Ladakhi Wedding

Tongyot's student's sister was getting married in a little village close to Choglamsar, and both of us were invited. Geshe Champa really wanted us to see a Ladakhi wedding, even though he has never seen one himself. Before we left, Caleb and I asked Norboo and Padma some question about Ladakhi weddings--we wanted to be sort of prepared for the big event.

-Are Ladakhi marriages arranged?
-Sometimes. I met Padma the day of wedding.
-Wow! you must've been very nervious.
-Yes, but we trust and respect parents very much.
-Well, clearly they made a good choice--I said--How long have you been married for?
-Twenty-one years.
-And do you want your kids to have arranged marriages?
-I hope my kids never fall in love. Arranged marriages much better.
-Do you think tonight's marriage is arranged?--asked Caleb.
-Perhaps.
-Norboo--I asked--do women and men sit together at Ladakhi weddings?
-No, no, no. One line for women, one line for men; from old to young.
-O.K., and is there alcohol?
-Yes, yes, yes. Chan, you know? Local beer.
-Should we bring any present?
-No, no. Very simple wedding; only sixty guests. bring scarf. Remember the scarf we gave you? Yes, the white scarf, very important. in Ladakhi tradition.
-O.K. Juli--said Caleb--so we need to buy two scarfs.
-No, no, no! four scarves.
-Four?
-Yes, you give one for boy, one for girl; and Juli gives one for boy and one for girl. Understand?
-Understand. And no money?
-maybe fifty Rupees.
-Norboo--I asked--is there something I should really not do?
(Long conversation in Ladakhi with Padma)
-No, no. You can do everything. Maybe don't cross over the tables, go around.
-O.K., so can I drink?
-Oh! no, no, no! women don't drink!
-Well, that's what I meant with "is there something I should really not do"--I thought--something else we should know?
-The ceremony starts at 3 a.m.
-3 a.m.? and I can only drink tea?
-Yes.

***

It was 9 p.m. when we arrived to the bride's house for the wedding. Outside there was an orange tent decorated with clourful textiles and christmas lights, plastic flowers, balloons, and a huge picture of the Dalai Lama.

Inside, some women greeted us and offered us butter tea--my worst nightmare! I am from Colombia; I eat everything, all kind of "disgusting" stuff: cow stomach soup, deep-fried hen intestines, pork brain, but I hate butter tea. I don't understand, who could have come with the idea of making tea with salt and butter, instead of sugar and milk? I do not like it, period. But Tongyot says that if one drinks butter tea every day for a month one will end up, not liking it, but loving it. I told Geshe Champa that I respected his culture very much, but that I was not going to be in Ladakh for a month, and that after I leave Ladakh I was not going to have to deal with butter tea ever in my life (knock on wood), so why bother?
         However, the problem was that I was not with Tongyot or Tongyot's family, who finally understood I don't like butter tea. This time, I was with a bunch of strangers that very kindly invited me to a wedding in their house. I had no option, I had to drink the f* tea; I just had to.
          Experince shows that when one does not like some kind of food it is better to drink it or eat it all at once, and thus reducing the suffering to only one semi-long moment, rather than dividing it into many short bites or sips. So based on this ancestral piece of advice, without thinking it twice, I drank the whole thing. I felt as if angels were singing in my head and rays of light emanated from my palms and chest; a smooth breeze caressed my skin. I had fulfilled my mission, but when I opened my eyes and escaped from my state of ecstasy, I realized the smooth breeze was actually a woman's breath who asked, while already puring "butter tea?"
          Clearly I needed a new strategy. I could not torture myself like this, althought that would have been very Catholic of me. But luckily I realized that the tea-woman came to pour tea every five minutes, and that if my cup was full she sould wait for me to have a sip before pouring more tea in my cup. So the objective was not to finish my tea, but to drink enough so the tea-woman could keep serving me.

***

All the ladies sat down on the right side of the tent, and because there were no men on the other side Caleb was invited to come sit with the girls. Suddenly, a very busy mom dropped her baby and a bottle in our arms. Caleb responded to my face of confussion "I think you are a natural nanny," so I did what baby-sitters do and fed the baby.




A few minutes after a few men appeared on the other side of the tent and Caleb went to join them. It was only 10 p.m., we had five more hours to go before the ceremony and none of the women that were sitting with me spoke English. I was by myself, taking care of  a baby and drinking butter tea, while across the tent I could see Caleb laughing and drinking rum.
         I was then invited by some teenagers and old ladies to dance Ladakhi music, and to be honest that was the highlight of the night--at least for me. I danced with them for a few hours, and because the dance-floor was the only unisex space in the whole tent Caleb took advantage of the situation and came to talk with me for a little bit. He was already tipsy.

-There is so much alcohol over there!--he said--but they all hide it under the table, and because all the guys are from the army they all speak English.
-Sounds like you are having a blast! I've been drinking butter tea and taking care of babies.



***

Dinner was served. It was a buffet, thanks God, because even though gender roles are very well established here, women eat as much as men; so for the first time was I going to be able to serve myself exactly what I felt like eating.
          The dinner was delicious. I had rice, beans, spinach, cheese and cucumber; and eating with my hands was quite an experience. I think I am actually good at it! Then the woman seating in front of me put all the left-overs on one plate and took a plastic bag out of her purse. I am sure my face of terror and confussion evidenced me, and she looked and me and said "dog," while putting the plastic bag, full of left-overs, back into her purse.

***

I was offered to take a nap by the only girl that spoke English in the entire party. She promised to wake me up when the groom arrived. I felt asleep. A few hours (minutes?) later Caleb woke me up.

-We are having such different experiences in this party!
-Really? I hadn't noticed.
-C'mon, let's go dance. The groom is about to arrive.

We went outside to get ready for the groom's arrival, and I was given a bottle of water with a little bit of butter on the lid. I asked my "friend" what I was supposed to do with that, and she said we had to make a line to receive the groom and offer him all the bottles, he, in return, would give us money. I asked her why all the bottles had butter on it, she said she didn't know, "tradition I guess;" so I still need to do some research to figure out the Ladakhi obsession with butter.


The groom arrived. We offered him the bottles. He gave us money. We went upstairs and saw the bride. She looked, how to say it, very un comfortable. The traditional Ladakhi dress is beautiful, but she has to wear a hat covered in Blue Turquoise Stones, so it looks insanely heavy.
         The ceremony finally started, and to our surprise it was very fast. We had been waiting for six hours and the actual wedding was 15 minutes! At the end, instead of a kiss, the bride and the groom had curd with the same spoon--in Ladakh, sharing a spoon or a cup is the highest form of intimacy. Then they walked around the room and people congratulated them with white scarves.
         After praying, the bride went into her room to get rid of her heavy dress and to get ready for her groom. Once he came inside the ceremony was over. Tongyot's student asked us if we wanted to sleep or dance. I answered right away "sleep." Thankfully, the monk thought I was speaking for both of us, so he took us downstairs to the living room and gave to each of us a pillow and a blanket. He turned off the lights ans closed the door.

-My friends are gonna come in a second to force me go dance with them--said Caleb.
-Force you...--I thought.

That never happened.

The Groom
The Wedding Ceremony

Wednesday, 6 July 2011

Primer día en casa de Patma y Norbu

Norbu y su esposa Patma nos recibieron como a unos príncipes con chapati, huevos pericos y té. Conversamos un rato, nos mostraron la casa y l ahuerta y nos ofrecieron unos rábanos crudos recién cosechados de media mañana. Patma me miró y me dijo que me iba a enseñar a cocina comida Ladakhi; ese fue mi primer encuentro con los roles de género. Así que como mujer que soy me metí con Patma a nuestro pequeño santuario: la cocina. Hicimos arroz, tofu con coliflor y espinaca cocida con pimentón, tomate, cebolla y muchas especias. Nos quedó exquisito el almuerzo y mi maridito comió felizmente la comida que con tanto amor y sumisión le hizo su mujer.
          Después hicimos una pequeña siesta y a las cuatro de la tarde Tongyot nos llevó a un monasterio que queda cerca. Caminamos por los alrededores y a la distancia vimos, entre muchos árboles, la casa del Dalai Lama cuando viene a Ladakh. Le pregunté al Geshe si podía tomar una foto y me respondió "of course!" como siempre responde a mis preguntas que para mí no tienen respuestas tan evidentes, pero que para Tongyot son tan claras como que el agua moja.
          Así que le tomé una foto a la casa del Dalai Lama pensando que eso iba a ser lo más cerca que iba a estar de ella, cuando de repente el Geshe abrió la reja y nos hizo entrar a la propiedad. "O.K.", pensé "otra foto con la fachada". No, literalmente nos metimos a la casa del Dalai Lama y entramos a absolutamente todos los salones. No tomé ninguna foto porque me moría de la pena ¿Qué hacía yo en la casa del Dalai Lama? ¡Mi karma no me ha ahorrado semejante placer!
La  casa del Dalai Lama desde la distancia

Con Tongyot posando  frente la kentrada principal
         A lo punico que no me pude resistir no tomarle una foto fue a un cuadro (¡un cuadro del Dalai Lama, es que no lo puedo creer!) en donde estaba pintada la vida de Jesús pero al estilo de las mandalas buddhistas, con las manos y los pies de la muerte sosteniendo el círculo de la vida, así como en el Wheel of Life. Sin embargo, lo que hacía aun más especial esta pintura es que además de las influencias cristianas y buddhistas, Jesús siempre era representado de espaldas y nunca se le veía la cara, según la tradición musulmana en donde está prohibido retratar a Alá y a los profetas. En fin, NECESITO encontrar una copia de esta pintura en algún lugar, pagaría lo que fuera por ella.
          Cuando salimos de la casa del Dalai Lama fuimos a ver las stupas. Sobre ellas había grabadas varias citas de los diferentes textos buddhistas y los diez mil Buddhas que simbolizan la eternidad. Después fuimos a un orfanato que dirige un profesor de Tongyot que dejó los hábitos para poder dedicarse a los niños (me recuerda mucho a mi tía abuela que dejó de ser monja para abrir un pre-escolar que la comunidad no le autorizó). Allí estuvimos con los niños un rato y luego volvimos a casa a caenar. La comida fue "chutaki" que literalmente significa agua'pan, pero que en realidad son unos noodles deliciosos hechos en casa en un caldito con queso, espinaca, cebolla y alverjas. Cuando terminamos Norbu nos sirvió otra porción, porque acá siempre se repite y en ladakhi no existe la expresión "no, gracias", así que no hay otra opción sino comer hasta que se acabe toda la comida; pero cuando le tocaba a Norbu servirse en su propio plato dejó la olla en el piso para que Patma lo sirviera.
  
Contando los diez mil Buddhas
Con mis muchachitos que repetian como locos "juli, juli, juli"

Primeros encuentros con Leh

Nuestro viaje comenzó a la una y media de la mañana cuando nos levantamos a empacar. Cruzamos la calle para esperar el bus y mientras esperábamos concimos a algunos de nuestros compañeros de viaje: Lina y Antonia, dos niñas alemanas que estaban haciendo voluntariado en Delhi y sus dos amigos indios, Ronie y Amish; niños ricos de Punjab.
          El bus, como era de esperarse porque estamos en India, llegó tarde y destartalado. Todos nos miramos con cara de espanto, hicimos chistes sobre nuestro futuro incierto y nos montamos al pichirilo dispuestos a enfretar lo lo que nos deparara el destino.
         La primera parte de nuestro viaje no estuvo tan mal. Hacía un poco de frío, pero de todos modos pude dormir sin problema. Sin embargo, de repente el carro frenó en seco. Abrí los ojos y me di cuenta de que estábamos en una carretera hermosa con montañas enormes cubiertas de nieve; ya empezábamos a cruzar los Himalayas. La carretera, no obstante, no está en sus mejores condiciones--de hecho, sólo la abren en verano porque en el invierno es intransitable--y nuestra camionetica se había quedado atascada en el pantano.
          Algunos camioneros trataron de empujar el carro, pero entre más aceleraba el chofer, más nos enterrábamos. Así que todos los pasajeros nos apeamos para que el carro estuviera más liviano. Al segundo intento la camioneta salió del barrisal, pero el exosto le colgaba. Todos le señalamos al chofer el exosto suelto y él no tuvo ningún problema en terminárselo de quitar y ponerle en el techo junto con los morrales. Por supuesto el monóxido de carbono no tenía por dónde salir y de repente inundaba toda la cabina, así que abrimos las ventanas para no morir ahogados. Afortunadamente el clutch de la camioneta también falló evitando que continuáramos con nuestro viaje mortal.
          Terminamos entonces completamente barados en medio de los Himalayas a unas tres cuadras de unas carpas en donde vendían té, galletas y noodles. Yo estaba que me moría del frío; cuando Caleb y yo "planeamos" el viaje no consideramos venir a Ladakh y el resto de la India está a 48°C, así que yo estaba sin medias, con un saquito pendejo y con unas ganas de orinar miedosas. Caleb me prestó un par de medias y me acompañó a una piedrita que se convirtió en mi baño... hasta que ya mucha gente lo había usado y me tocó buscar uno nuevo.
         Llamamos a la compañía de transporte a avisar sobre nuestra desgracia para que mandaran otro carro, y aunque dijeron que llegaba en tres horas terminamos esperando diez´. Sí, desde las ocho de la mañana hasta casi las seis, a 2°C con nada más de comer sino noodles instantáneos y té con leche en lata.
         Los niños indios se puesieron a fumar hachís con unos israelitas que también venían con nosotros. Caleb y yo nos pusimos a cantar y a tocar guitarra con las alemanas. Esa dicha, sin embargo, sólo duró un poco, después nos cogió el tedio y el malgenio. A los "baños" ya no le cabían más bollos, a los indios más porros y a nosotros más sacos, cobijas y noodles.

          Los israelitas se mamaron y decidieron que lo mejor era volver a Manali, pero el resto del grupo prefería congelarse en las montañas que volver. Finalmente al otro día nos habría tocado madrugar y pasar por el pantanal de nuevo. Así que preferimos quedarnos allí con el señor de los noodles; ya habíamos negociado un pedazo de la carpita y todo por si nos tocaba quedarnos a dormir esa noche. Los isrelitas echaron dedo, pagaron un millonada por volver a Manalo y se fueron sin despedirse. El grupo sintió un "fresquito", al menos la mala energía se había ido y un futuro al estilo de El señor de la moscas ya no era una opción; quedábamos los chéveres... y los trabados, pero esos no cuentan.
          A la media hora llegó la nueva camioneta ¡con los israelitas adentro! se habían encontrado en la mitad del camino. Pese a esto nos montamos felices, aplaudiendo y celebrando. Nunca en mi vida he visto a once personas más contentas porque "apenas les quedan veinte horas de camino".
          Empezamos a descender la montaña y el paisaje inmediatamente cambió. Ya no eran piedras y nieve lo que veíamos, sino montalas muy altas y muy verdes, con ríos cristalinos y pequeñas aldeas en donde se distinguían algunos cultivos; era el valle Lahaul. Allí nos detuvimos porque la armada tenía que revisar nuestros pasaportes--como Ladakh está al aldo de Kashmir, entre China y Pakistán, la zona está bastante vigilada.
          Caleb, Comlish (un pasajero indio, diferente a los marihuaneros) y yo a provechamos a comer algo diferente a noodles. Comlish nos dijo que probáramos siddus, unas empanadas hervidas rellenas de una paste de vegtales y pique. Pues ha sido lo más rico que me he comido acá en la India, aunque todavía no tengo claro si de verdad los siddus son así de deliciosos o si me supieron a gloria porque no había comido nada en diez horas.
          Continuamos nuestro camino y el paisaje era cada vez más impresionante. ¡Jamás en la vida he visto montañas tan latas e imponentes! Sin embargo, muy pronto se hizo de noche y nos tocó parar a dormir porque es humanamente imposible manejar en la oscuridad cuando la "autopista" consiste en una trocha destapada de un sólo carril y con un abismo a lo colombiano, pero que aun así es doble vía. Cuando llegamos a nuestro "hotel" no se veía nada. Con las liternas que teníamos distinguimos una sábana que tenían por puerta y la "abrimos". Adentro había al menos veinte personas envueltas en plumones blancos como orugas y durmiendo uno junto al otro. Los cascos en el suelo nos indicaban que eran motociclistas a los cuales como a nosotros les había cogido la noche. Rapidamente salió una mujer gorda y bajita a acomodar a los once nuevos inquilinos de la cama franca. A Caleb y a mí nos correspondió una esquina y la mujer nos equió con dos almohadas, dos cobijas y el plumón. Con la misma ropa con que llegamos, la misma con la que habíamos estado el día anterior en Vashisht, nos acostamos a dormir muy pegados el uno del otro tratando de vencer el frío del glaciar.
          Yo dormí con un ángel la verdad, pero me levantpe con una alergia infernal por el polvero de las almohadas y las cobijas. Domir allí valió toda la pena, sin embargo, porque cuando salí de la carpa me encontré con un paisaje sublime: inhóspito y agobiante, pero absolutamente bello. Eran las cinco y media de la mañana, ya completábamos veintitrés horas de viaje y todavía nos faltaban al menos diez.
         Empezamos a descender la montaña de nuevo y todos seguíamos impresionados con el paisaje. De repente, los glaciares se convirtieron en un desierto austero y abrumador; habíamos por fin entrado a Ladakh. La altura, cinco mil metros sobre el nivel del mar, y mi alergia afectaban mi respiración y los muchachitos fumando marihuana adentro del carro no colaboraban con la causa indispensable de introducir oxígenos a los pulmones. Cuando por fin llegamos a una altura manejable, tres mil metros, intenté dormir un poco, al fin y al cabo el paisaje se había vuelto monótono; pero dormir no era sencillo. No hay un solo metro de la carretera que esté pavimentado. así que todo el camino parecíamos convulsionando y cuando por fin podía yo caer en los brazos de Morfeo y dormir con la boca abierta y la baba características del sueño profundo, un hueco me hacía siempre morder la lengua.
          Sobrevivimos, a pesar de todo, y a las cinco de la tarde llegamos a Leh. Fueron treinta y nueve horas de camino destapado, frío y seco; pero que valieron totalmente la pena. Jamás en mi vida he visto un paisaje más hermoso y formidable. Un paisaje que puso en perspectiva mi vida porque aunque para mí fue una experiencia difícil que a duras penas sobreviví por el frío, la altura, la falta de baño, etc., para muchas otras personas es el pan de cada día; es su hogar. Y aunque yo lo pensaría dos veces (tal vez tres) antes de volver a hacer este viaje, al menos todo de un tirón, el chofer de la camioneta se lo hace por lo menos dos veces a la semana y por tan sólo unas cuantas rupias.
         

En Leh habíamos quedado de encontrarnos con Tongyot, el Geshe que nos invitó a pasar una semana con su familia en Ladakh. Sin embargo, como Tongyot nos había dicho que la casa de su hermano quedaba en el campo y que no tenía ni baño ni lujos, decidimos quedarnos esa noche en un hotel para hacer chicí en un inodoro y tomar una ducha.
          Al otro día, por la mañana, llegó Tongyota recogernos. De nuevo nos advirtió que la casa de su hermano era muy humilde y que si nos traía era porque le parecía que iba a ser una buena experiencia para nosotros, para que valoráramos lo que teníamos y nos desprendiéramos de las cosas materiales. Caleb y yo íbamos dispuestos a todo, pero oh sorpresa cuando llegamos, ¡el que tiene que valorar lo que tiene es Tongyot! Qué casa más linda y cómoda. El lote donde está construída está lleno de árboles y al fondo tiene una huerta en donde siembran papa, rábano, cebolla, cilantro, zanahoria, mostaza, espinaca y otras verduras Ladakhis que no conozco.
          Cuando uno abre la puerta principal se encuentra con un pasillo largo y ancho. A mano derecha están las habitaciones y a mano izquierda un solar, el comedor y la cocina. Cada uno es un espacio independiente con colchones en el piso, tapetes de lana tejidos a mano y pequeñas mesitas personales deliciosamente talladas en madera y pintadas en colores muy vivos. Las ventanas van de piso a techo, también talladas en madera y con pequeños vitrales verdes en la parte superior. La cocina, aunque no es la tradición Ladakhi porque antes se cocinada en fogón de leña y carbón, se ve como cualquier cocina de occidente con fogoón de gas porque la luz no llega sino hasta las siete de la noche.
           Al final del corredor hay unas escaleras que llevan a la azotea en donde están el salón de meditación y el baño. El baño, a pesar de ser bastante rústico es mucho más limpio que muchos de los baños con inodoro. Consiste en un hueco en el piso al lado del cual uno pone cada pie para acuclillarse y por donde se van los desechos. Para evitar olores hay un morrito de arena con una pala, arena que uno debe echar por el mismo hueco por el que poposeó y/o orinó para cubir aquello. Todos los excrementos que caen a un cuarto en el primer piso los usan luego como abono para la huerta. ¡Es el baño más ecológico al que jamás he entrado!
          Pero a pesar de mi admiración por el baño Ladakhi, mi primera experiencia en él fue bastante jocosa... por citadina que soy. Subí a hacer popó una tarde y me bajé los pantalones, me puse en cuclillas y comencé mi tarea. De pronto, vi una sombra en el cuarto de abajo y pensé que era Norbu, el hermano de Tongyot. que entraba a sacar abono, así que me paré de inmediato y en medio de mi susto y pena casi se me fue una chancla por el hueco. Afortunadamente nada pasó, ni se me cayó la chancla ni Norbu entraba a sacar abono y pude terminar en paz y en medio de carcajadas por mi estupidez.